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El acceso a la justicia como derecho fundamental de la persona ha sido un bastión de la democracia en las sociedades modernas. Cada vez son menos los Estados con restricciones para sus gobernados con alguna limitación al acceso de justicia. Se ha entendido por parte de los gobernantes que un Estado con una justicia débil o limitada menoscaba la democracia y consecuentemente el tejido jurídico social sobre el cual debe construirse el Estado. Por ese motivo, debe considerarse el derecho de acceso a la justicia pronta y cumplida sin limitaciones, y debe equipararse a los más esenciales derechos fundamentales del hombre como la vida o la salud.